lunes, 25 de febrero de 2008

HISTORIAS DE LA CAMA Y EL CUERPO

memoria de la(s) sexualidad(es) alojada la cama, en las cosa y, presencia de la violencia sexual-penal, en la cárcel de mujeres de Quito.

Se necesitan unos veinte dólares para los palos y tablas que sostienen los colchones, no son fáciles de conseguir, sobre todo si los chapas ya te quitaron lo que cargabas encima, peor aún si no tienes familia que te visite y te ayude porque caíste “en cana”. Así que: a lavar ropa, hacer los aseos de las otras, vender lo que tengas para pagar la deuda por la delgada suavidad en la que puedes dejar caer tu humanidad agotada.

Tu cuerpo se halla atado a la cama, espacio multiuso: el recibidor de tus visitas, el refugio de la trashumancia diurna donde regresas después de haber logrado que pase un día más, o simplemente tu pequeño sitio caliente en el mundo de donde no quieres levantarte a enfrentarlo.

En la pequeña pared que queda entre unas tablas y otras, pegas tus fotografías, las tarjetas que te dio tu hija o algún enamorado, enamorada cuando aún lo eran… minucias, evidencias, recuerdos de que has sido amada, de que creíste. Amor, ¿cómo conseguirlo en prisión? La cama es testigo del enamoramiento de la compañera con quien se roza tu cuerpo por la noche, del amante que pagó a la guía por unos momentos de pasión. ¿Sexo? Si, la cama es “el acueste” aunque éste no sea sólo sexo.

La cama, tu cuerpo, tu sexo, tu vida, el mundo ¿Cómo se inmiscuyen unos con otros? ¿Promiscuos? La promiscuidad es sólo el revoltijo, a veces indeseado, del deseo; el encuentro violento de las intimidades forzadas. Violencia que no es sólo golpes sino castigo del deseo, en ocasiones, deseo del propio castigador, a veces verborrea del especialista, terapia, sanción, confusión. Paradoja del hacinamiento: roces obligados, inusitados, repulsivos; a veces, ansias del calor de otro cuerpo. La cobija que conseguiste a plazos, la pequeña almohada, los pliegues de las sábanas son una cartografía de tu vida, de tus deseos, tu sexo. Refugio afectivo.

Nos proponemos una etnografía colectiva: diarios de campo, diálogos, testimonios, entrevistas.

Un equipo de 2 investigadoras externas y 5 internas indagaremos los usos y recuerdos del cuerpo, la cama y las cosas de diferentes celdas. Visitas donde entrevistaremos a compañeras que nos cuenten las historias entrelazadas a estos espacios de intimidad violenta, deseo, sexo y refugio; donde nos cuenten lo que quieran contar. También recorreremos los pabellones de la cárcel de mujeres de Quito para realizar un croquis de las experiencias corporales en espacios más públicos, pues, frecuentemente, los pasillos también son cama. Las preguntas tendrán como principio la exploración de los sentidos, es decir, su punto de inicio no será ¿qué piensas?, sino ¿qué sientes? La interpretación será colectiva.

Otra investigadora externa se entrevistará con el psicólogo del Centro a propósito de la sexualidad de las mujeres “antisociales”. En esta parte de nuestra investigación buscaremos explorar otras facetas de la violencia legitimada sobre los cuerpos aprehensibles de mujer, para entretejer en nuestra etnografía colectiva.


Por: Lisset Coba, Andrea Aguirre y Nadia Ribadeneira

1 comentario:

Unknown dijo...

chevere su propuesta, sigan adelante con su trabajo