lunes, 25 de febrero de 2008

EL CUERPO COMO TERRITORIO Y EL TERRITORIO COMO CUERPO

una experiencia de cartografía corporal y social con mujeres negras urbanas

Con esta propuesta buscamos generar un espacio de conocimiento colectivo desde el territorio más próximo al que nos pertenecemos: nuestro cuerpo, el cuerpo de cada una, retratado, representado, expresado en lo que conocemos y lo que queremos conocer de él, de nosotras mismas. Dejándolo hablar, dejándonos hablar, a través de su memoria, sus aprendizajes, sus gustos, temores y deseos. Viaje en el que vamos reconociendo y valorando las huellas de sus historias y combates.

Pero claro, nuestro cuerpo es un cuerpo que se desdobla, se expande y contrae en el acontecer de los días, de las vidas, modelándose, re-creándose e incluso distorsionándose en el encuentro con los otros y con las otras. Siendo importante conocernos también desde los lugares transitados, lugares que hacemos nuestros o que constituyen las fronteras de nuestro movimiento; a veces solas, a veces acompañadas; desde un sentir propio que puede ser colectivo.

Dos mundos que a veces parecen dos vidas, ¿con cuánta frecuencia nos olvidamos de nosotras en función de los otros?, ¿cuántas veces buscamos no sentir porque nuestros sentimientos nos traicionan o traicionan nuestro “deber ser”, y eso nos asusta?, ¿cuántas veces nosotras reconocemos como nuestro este cuerpo en el que habitamos?, ¿cuántas veces renegamos de él, lo sometemos y buscamos que sean otros los que decidan qué hacer y cómo usarlo?, ¿cómo cambiar las cosas, cómo poder calzar en este mundo y saber que se tiene derecho a ser feliz? Necesitamos reconocer que la abnegación y el sacrificio no son cualidades, sino una señal de rendición, de sentirnos derrotadas, de no imaginar un horizonte más allá.

Preguntas que surgen de vernos a nosotras mismas silenciadas, en el trabajo, en la familia, en nuestros afectos e incluso, en las organizaciones a las que apostamos buscando transformar las dinámicas de poder que nos restringen. Incluso ahí, ¿donde estamos nosotras?, ¿dónde están sus prioridades y las nuestras?, ¿cuán cercanas nos sentimos a nuestras compañeras, cuánto nos identificamos con ellas?

Creemos necesario construir espacios desde donde aprender a vernos con otros ojos (más allá de la mirada del otro); un espacio para vernos cada una en sí misma y luego, poder vernos en las otras: en nosotras y en el mundo que queremos construir, trasformar, pintar. Planteando para eso, el utilizar la Cartografía Social, eso de hacer mapas sobre nosotras mismas y sobre los espacios que habitamos, dándonos y dándoles sentido. Metodología que propiciará nuestro encuentro y búsqueda colectiva de manera inicial y a la que iremos sumando las exploraciones y maneras que en el camino creamos necesarias.

¿Por qué la cartografía social? Porque pintarnos como mapa permite navegarnos, subiendo las colinas, las laderas, fluyendo por los líquidos, sabores, humores, memorias de nuestro cuerpo, de nuestro cuerpo individual y colectivo. Porque mapearnos nos ayuda a trazar caminos por dónde recorrernos, a preguntarnos a nosotras mismas desde una representación de aquello que somos como territorio explorado e inexplorado. Así el mapa de cada una se ira juntando con el de las otras para irnos armando, visualizando en aquello que nos parecemos, pero también en aquello que nos hace singulares, diferentes. Y luego ese cuerpo colectivo que forma nuestro hacer compartido, buscará dibujar su desdoblamiento en el mundo donde nuestro cuerpo se extiende en tiempos y espacios múltiples: teje relaciones, inventa, crea, choca. Y ahí dibujaremos el mapa de nuestro territorio como un cuerpo, porque el territorio es ese lugar por donde la vida transita, por donde somos y dejamos de ser.


Por: María Antonia Aguirre y Lucy Santacruz

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